
Si tu rostro estuviera pintado
en la tarde
y tu presencia ceñida
al nudo de mi corbata, a la familiar
imagen de mis arrugas,
tejida en la mirada que te busca,
sabría quien eres y el misterio de tu búsqueda,
la angustia de quemar años
desenredándote,
un pasado de bizcos encuentros,
un romance de calles tortuosas y candiles quemados.
Serías luz, neblina, ramalazo de vientos
cargados de rayos y crepúsculos,
cordillera de hielo, fogata intemporal.
Hasta las lágrimas
ocuparían su sitio destiñendo palabras
y bosquejando el mapa irregular
de la vida.
ARY.
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